martes, 27 de enero de 2009

FELIZ CUMPLEAÑOS, MARIA!!!



Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
—El mundo es eso —reveló—. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende. (E. Galeano)

Es una suerte para nosotros que tú seas de estás últimas...


Hermanita lugbara, ¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS!!!

lunes, 12 de enero de 2009

EL MUNDO QUE YO VI

EL MUNDO QUE YO VI ME CAMBIÓ COMO SER HUMANO, así termina Eduardo Rubio la presentación de su libro de fotografía que, gracias a un buen amigo, ha caído de Reyes en mis manos. Os cuento esto porque, lo que parecía un libro de fotografías es mucho más y porque hoy, lo que parecía un día en el que me había acercado (y encima tarde!) a una manifestación unida a unas cañas posteriores, ha terminado siendo un día en el que he vuelto a viajar al Sahara, a vivir desde aquí, y supongo que de una forma más consciente, los momentos que pasamos en los campamentos. Pero no sólo he vuelto allí, he vuelto a cada uno de los lugares que he tenido la suerte de conocer, a recordar a su gente, a recordar las miles de “causas” que existen en el mundo y que deberíamos conocer.

Cuando nos preguntan por qué viajamos casi no sabemos qué responder pues ¡porque sí!, porque nos gusta conocer, nos gusta aprender, nos gusta ver, nos gusta compartir pero sobre todo, porque creo que cada viaje nos hace crecer. Conocer otras realidades te hace conocerte más a ti mismo sí, te hace darte cuenta (y ya sé que esto es tópico) que todos somos iguales, que en cualquier parte del mundo hay gente capaz de aportarte algo bueno a tu vida y por eso, nunca pensamos que viajamos para hacer, ayudar y mucho menos hacer un pequeño esfuerzo con esto, ¡todo lo contrario!. Queremos conocer todo, cuanto más mejor, cuanta más gente mejor, cuantas más culturas mejor, cuantos más colores mejor, cuanto más mundo mejor…

Hay dos cosas que me han marcado en este viaje y las dos muy distintas:

Una, la inmensidad del desierto, su silencio, la sensación de sentirte sola pero a la vez libre en medio de la nada, sola pero haciendo repaso de toda la gente que te importa y a la que importas aquí y la otra, la lección de vida de los refugiados. Llevan 33 años viviendo en un desierto de tierra dependiendo de la ayuda exterior, en la que no se puede cultivar, no se puede generar trabajo, no se puede más que ocupar el tiempo viendo la tele (los pocos afortunados que la tienen) o tomando el té con un largo ritual que a nosotras nos parecía innecesario y para ellos era, la mejor forma de ocupar lo que tanto les sobra, el tiempo. La organización, la resistencia, la resignación y la valentía de esta gente (porque ser valiente no solo es luchar sino también resistir con esperanza de volver a su tierra) es admirable. Mientras el Frente Polisario sigue su lucha pacífica para lograr que Marruecos cumpla las resoluciones de la ONU y deje el territorio ocupado al pueblo saharaui, la vida, aunque parezca imposible, sigue adelante día tras día en los campamentos.

Dos “pequeños detalles”: no hay pájaros en el cielo (sí un atardecer espectacular y un cielo repleto de estrellas por la noche pero sin pájaros, sin vida) y no hay agua (la llevan con un camión cisterna, no puedes levantarte por la mañana y lavarte la cara y no por el hecho de lavarte que ya sabéis que nos hacemos a “todo” sino por lo que implica en todo momento).

Los campamentos de refugiados del Sahara son solo un ejemplo de lo que ocurre en el mundo, en el “tercer mundo” y en el “primer mundo”. Hoy ha sido en Madrid por Palestina, hace una semana fue en el muro construido por Marruecos en el Sahara y esto, sin hablar de los miles de conflictos que se viven en el mundo. Nosotras no fuimos las que más gritamos en el muro ni las que hemos estado a las doce en punto en la manifestación de Madrid pero sí tenemos una cosa clara y es que, hay que conocer el mundo, hay que conocer lo que ocurre porque es imposible que te deje indiferente, algo dentro de ti o cambia o se despierta y por eso, el ansia de seguir aprendiendo se hace más grande y el respeto a otras realidades culturas y gentes también. A la vez, te hace darte más cuenta de lo que tenemos aquí, de la gente que te importa y a la que importas, de tu vida, que solo hay una, que tenemos que “vivir”.

Igual que un viaje es mucho más que unas vacaciones, este libro de fotografía que tengo en mis manos es mucho más que eso, como dice Eduardo Mendoza es la “visión del mundo de un viajero que le dio la vuelta y volvió para contarnos lo que había visto”. Os copio una parte del epílogo que E.Rubio le dedicado a su hija (Maria)y que me parece la mejor manera de terminar esta entrada:

Me gustaría que ella, que lo niños, creyeran en la utopía (¿utopía?) de un mundo más igualitario. La utopía debe existir, María, lucha por ella y no desfallezcas. Escoge tu propio camino, se tú misma y crea tu propio pensamiento arropado por una conciencia limpia. Y huye de lo fácil, de la manipulación, del egoísmo, de fanáticos y fanatismos, de poderes y poderoso, de cuentos y cuentistas. En un mundo ajeno a la esperanza, luchar por salvarlo no debería tener reglas o leyes. Pero sí un horario. La Tierra es bella y nuestro mundo debe ser mejor, pero hay que actuar ya. Sueña con ese mundo en el que nosotros seamos todos. Viaja, descubre, conoce, intégrate, respira, siente otros mundos, otras gentes, otras culturas. No te mires al ombligo. Habla, escucha, reparte, comparte, tiende tu mano al que la necesite y nunca dejes a un lado al que sufre. Rodéate de almas buenas y no temas estrellarte en el camino que escojas, sea cual fuere. Y si lo haces…¡levántate, niña, levántate!. Y a luchar de nuevo”.

Y por supuesto, ahora, una de fotitos de lo bien que nos lo hemos pasado porque “una cosa no quita la otra”…










viernes, 9 de enero de 2009

ADELANTO PARA LOS IMPACIENTES (provisional)

Si habíais pensado que el camello era el único medio de transporte en el desierto, os sorprenderá el uso frecuente de vehículos tipo todo terreno como el Land Rover o similares, incluso Mercedes, que circulaban por las carreteras... No obstante, Miriam y yo nos emocionábamos en cuanto veíamos algun camello y echábamos a correr detras de ellos.

















Los campamentos estan formados por haimas (en su tiempo, numerosas tiendas militares facilitadas por la ACNUR) alrededor de las cuales se levantan pequeñas casitas de adobe individuales donde se encuentran el dormitorio, el baño y la cocina.
Las ventanas y aberturas garantizan una corriente de aire continua para refrigerar en verano, ya que se puede llegar a los 60 grados a la sombra, mientras que en invierno o de noche las mantas son la única solución.










Los terrenos donde se asientan los campamentos se caracterizan por su aislamiento y aridez, por lo que es imposible desarrollar cualquier tipo de activaidad productiva.

Sí que se dan algunos avances de cara al confort como placas solares que alimentan antenas parabólicas.












Una de tonterias ¡¡COMO NO!!




















Pues la verdad es que no lo pasamos nada mal, como siempre, VIVIENDO y sumando momentos...

EXISTE UNA VIDA Y ES PARA VIVIRLA



La vida familiar saharaui transcurre dentro de la haima , en ella pasan las mayor parte de las horas del día. En ella se toma el té, se sirven las comidas
y se utiliza como lugar para la siesta, para los juegos, etc.









El suelo está cubierto por alfombras y hay que descalzarse por cortesía y comodidad.




Que decir de la ceremonia del te... tres vasitos cada vez que se preparaba (sino mas): el primer vaso de te es amargo como la vida, el segundo, dulce como el amor y el tercero, suave como la muerte.




Moishan enseñando a Miriam como hacer espuma con el te.



Todo un parsimonioso ritual, desde encender el carboncillo, hasta el trasvase del líquido de un vaso a otro, hasta la limpieza de los artilugios... QUE PAZ!! La tranquilidad y la forma de entender el tiempo han pasado de la

tradición a la norma, por lo que la degustación del té es una buena muestra de la forma de ser del pueblo saharaui...


Mojstar, el niño mayor de la familia que nos acogio, con el que pasabamos la mayor parte del tiempo porque sabía español y era un amor.




























Y UN POQUITO DL DIA A DIA SAHARAUI ...

La organización lo es todo y debemos tener en cuenta que este PAIS empezó a construirse desde cero. Los saharauis son los encargados de distribuir el agua potable y los alimentos, Argelia suministra el gas butano y el acceso a la electricidad para las jaimas es de tan sólo doce horas diarias, aunque en la mayoría de los campamentos se saca provecho de un bien que les sobra a raudales, el sol, obteniendo la energía por medio de placas solares. El agua, suministrado mediante camiones cisterna, se transporta a uno de los recipientes de los que dispone cada familia y se lo administran a su manera. Lo que es admirable, es la importancia que el pueblo saharaui da a la educación; los niños se escolarizan a partir de los tres años. Pero claro, los medios en las escuelas son escasos, bolígrafos, lápices, gomas de borrar o pequeños cuadernos tienen un valor de uso incalculable para los niños saharauis. Y como no, como l amayoría de cosas, dependen casi exclusivamente de la ayuda humanitaria.