sábado, 5 de septiembre de 2009

REY DE OUSSOUYE...


Va descalzo, viste una túnica y un gorro rojo y lleva un sencillo cetro hecho con hojas de palma. Tiene una mirada profunda, de hombre sincero que mira con dulzura y curiosidad a los muchos visitantes que le llegan: turistas, políticos, presidentes y ministros que pasan a verle. Reside en una casa a la que se accede por un pasillo, oscuro pero mágico, tejido por las raíces y las ramas de los árboles del bosque sagrado en medio del cual se encuentra su palacio.
Le llaman 'man', que significa, majestad. Tiene varios hijos que son príncipes pero que nunca heredarán su trono porque existen cuatro familias reales diferentes en Oussouye y el heredero se elige por turno rotatorio.

Vive en Oussouye, donde reina desde hace ocho años y su reino se extiende a 16 pueblos aledaños.
Recibe a sus visitantes de forma sencilla y sin grandes protocolos. Un banco de madera en el pasillo mágico sirve de improvisada sala de audiencias. Cuando el rey desaparece, los reyes nunca mueren, el consejo de sabios (compuesto por los ancianos del pueblo) consulta a los fetiches quién será el heredero y pueden pasar años hasta que el nuevo monarca sea elegido. Una vez escogido, lo llevan a un lugar concreto del bosque sagrado donde se queda durante varios días para que la población vaya a presentarle sus respetos. Después se produce la ceremonia de entronización.
Su corte está formada por consejeros que no son elegidos por él, sino que provienen de familias concretas de los diferentes rincones de su reino, que son perfectas conocedoras de la tradición animista. Su primer rol es el de jefe de la religión animista pero también es fundamental su función de mediador comunitario y social. Cuando hay un enfrentamiento, tanto entre personas como entre comunidades, todos acuden a él y él se ocupa de solucionarlo, sin tomar partido.
Si la necesidad apremia y una familia no tiene qué comer, el rey, sin que nadie lo sepa, se encarga de llenar el cesto de esa familia con arroz durante la noche, o cuando se celebra una ceremonia, les ofrece comer en su palacio.

Durante el periodo álgido del conflicto armado, el rey contribuyó a la construcción de la paz en Oussouye, prohibiendo todo derramamiento de sangre en el departamento. Desde ese momento, la tranquilidad reina en su territorio y no hay problemas de seguridad. Sus rentas provienen de sus campos de arroz, que no le pertenecen a él sino a la corona, y de las ofrendas que le hacen los visitantes. La población local cultiva las tierras para él y el producto de la cosecha se guarda en los graneros reales para su consumo personal, para las ceremonias animistas y para repartirlo entre los necesitados.
Ningún habitante del pueblo de Oussouye suele vestir de rojo ya que es el color reservado al Rey y a la familia real.
Aquí le veis con Isai (Ekumpo) y luego de camino a su casa.
















EL ANIMISMO, la religión de la que es jefe supremo, es practicada por una gran parte de la población local. Los animistas son monoteístas y creen en los fetiches. Un fetiche es como un espíritu, que actúa de intermediario entre el hombre y Dios. Como ocurre en otras religiones, no todos los espíritus tienen el mismo rango, así que hay fetiches más importantes, que pertenecen a todo el pueblo, y otros que lo son menos, y están en los barrios. Los animistas creen en la reencarnación, pero ésta se produce solamente en un nuevo nacido, es decir en otro ser humano.












Las plegarias se realizan a partir de ceremonias en las que se piden cosas. En ellas, es importante realizar el sacrificio de un animal: pollo, cabra o vaca, y también es necesario llevar vino de palma.


Los entierros, sobre todo si el fallecido es mayor, son para los animistas una gran fiesta. La ceremonia, que dura varias horas en las que se baila, se come y se bebe, celebra que el difunto ha tenido la suerte de vivir hasta esa edad, y que sus hijos, si los tiene, toman de alguna forma, su relevo en este mundo. Representa pues, un espectáculo de un valor cultural y tradicional importante, digno de ser visto.

Una fiesta tradicional a la que nos invitaron a asistir:

1 comentario:

Anónimo dijo...

ejemplar el modo de gobierno del rey, tal como lo contáis, ojalá los gobernantes de este lado obraran con tal humildad y generosidad y ansia de paz